Me pregunto si me seguirás leyendo.
Realmente lo dudo,
pero sigo acá por si querés leer.

Fue tan hermoso enamorarme de vos
y hay tantas veces en las que quisiera revivirlo.
Así tal cual fue, honestamente no cambiaría nada.
Quizás prestaría un poco más de atención,
procuraría recordar un poco más las cosas.

Creo que amarte es un sentimiento primario en mí
porque está todo en segundo plano
y la verdad es que me molesta y a la vez no
porque siento poco, pero es lo justo y necesario.
Pero de vez en cuando te amo,
te dije que tenía mala memoria
(sabes que tengo pésima memoria),
pero parece que es verdad
siempre hay algo que me hace recordar.
No arde como solía hacerlo
tampoco duele como solía hacerlo.
Y a decir verdad, estoy aliviada.
Y a decir verdad, a veces no.

Sonreías y eras hermoso,
pero cuando bajabas la guardia
brillabas más que el sol.
Y te juro que sigo encandilada.

¡Esto llega a ser injusto!
Te extraño, pero no lo suficiente para hablarte.
Te quiero, pero no lo suficiente para lucharte.
Te recuerdo, siempre lo suficiente para quererte, siempre lo suficiente para extrañarte
Pero nunca lo suficiente.

Es gracioso, porque ya no tengo días gloriosos ni horribles,
honestamente, estoy lo más balanceada que he estado en mi vida.
Me entiendo con mi soledad, pero puedo buscar compañía si la quisiera,
no me dejo ahogar en mis penurias porque me han empezado a resbalar.
Todavía no tengo un sentido de futuro, pero es cosa que de todas maneras nunca tuve.
Sigue sin interesarme la política, y no hay cosa que me haga dejar de cantar.
Equilibrada, fácil, contenta.
¡Qué fácil que es no tener que preocuparse por otra persona!
Y por más que verdaderamente disfrute este nuevo sentido de libertad que he descubierto,
aquí me encuentro
escuchando Pink Floyd y la Bersuit,
soñándote por las noches (por accidente),
esperando a algo que me haga sentir como vos solías hacerlo.