Hay momentos en la vida en los que te sientes uno con el universo.
Una paz abrumadora en tu interior
mezclada con una alegría inexplicable.
Es como si de repente,
todo fuera a estar bien.
Todos tus temores se difuminan en ese momento.
Todo desaparece.
De repente lo único que importa es eso.
Y ese sentimiento se guarda en tu memoria,
en el fondo del estómago.
Quizás no donde habita el alma,
pero cerca.
Ahí es cuando te das cuenta.
Te das cuenta de que no quieres vivir sin ese sentimiento.
Te das cuenta de que todo el dolor que puedes haber padecido
se compensa en ese momento
con ese único sentir.
No hay comentarios:
Publicar un comentario